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12 Feb 2015

¿Qué gusto tiene el aire? Gusto de nitrógeno, está claro. Cerca del 80% del aire que respiramos es nitrógeno, un gas que para la mayor parte de los organismos vivos es inerte, pero a la vez indispensable, puesto que es un componente fundamental tanto de las proteínas como del ADN. Para que animales y plantas puedan utilizarlo hay que fijar el nitrógeno atmosférico; es decir, hacerlo reaccionar para introducirlo como elemento en una especie química que pueda ser utilizada por los seres vivos. Pero este proceso lo saben hacer muy pocos microorganismos.

A principios del siglo XX, se produjo un adelanto científico formidable: se consiguió fijar el nitrógeno de forma artificial. El proceso Haber-Bosch, reconocido con los premios Nobel de química de 1918 y 1931, permite obtener amoníaco (NH3), el cual es fundamental para obtener los fertilizantes necesarios en agricultura. De este modo, las plantas tienen una fuente de nitrógeno, y se pueden mantener los cultivos necesarios para abastecer a la población mundial. Y así, los átomos de nitrógeno del aire, ahora convertidos en amoníaco y otros derivados, quedan capturados dentro de las plantas y se reparten por la cadena trófica. Sin duda, todo tiene una pequeña parte de aire, hasta la ensalada que a menudo nos ponemos en el plato.

¿Comemos aire?

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